sábado, 10 de mayo de 2008

La Biblia junto al calefón


UNA HISTORIA DE LA VIDA COTIDIANA


He aquí la historia de un hecho de la vida cotidiana, que acontecía en la ciudad de Buenos Aires –no sé si en otros lugares pasaba o no–, y que explica el porqué de la aparentemente surrealista asociación de la Biblia junto al calefón que aparece en el tango "Cambalache", cuyas letra y música fueron compuestas por Enrique Santos Discépolo en 1935.

La historia tiene relación con los baños, la higiene personal y la forma de realizarla; y como no se me escapa que algunos lectores pueden ser jóvenes y pueden no haber conocido otro tipo de baños que los que se estila usar en la actualidad al menos en el mundo occidental y cristiano, voy a recordar primero un par de datos que considero necesario sean tenidos en cuenta.

Los baños que conocemos y que en algunos lugares son llamados 'completos', es decir, los que constan como mínimo de retrete inodoro, lavabo y ducha (algunos exquisitos, como la i responsable que escribe, exigen que además tenga bidet –artefacto desconocido en muchos sitios–) son relativamente nuevos.

Hasta finales del siglo XIX se utilizaban bacinillas (también llamadas ‘tazas de noche’), cuyos contenidos eran arrojados por las ventanas al grito de 'agua va'; y antes aún, letrinas, que solían estar en los fondos de las casas.

En Buenos Aires coexistieron bacinillas y letrinas hasta principios del siglo XX, época en que las familias ‘acomodadas’ comenzaron a instalar baños.

Luego el uso de baños se generalizó y se empezó a construirlos en todas las viviendas, aun en las más modestas. El sencillo 'miniambiente' constaba al menos de retrete y lavabo y si los lujuriosos dueños de casa gustaban de practicar la morisca costumbre de lavarse todo el cuerpo más o menos seguido, y si además tenían medios económicos suficientes como para costearse ese capricho, los baños también tenían una ducha. Claro, si había una ducha era necesario calentar el agua, así que al lado de la ducha se instalaba un calefón.

Sin embargo, el papel higiénico tardó en obtener su carta de ciudadanía para poder trabajar en limpio en estas sucias tierras y aun cuando apareció era bastante caro y no estaba al alcance de todas las familias, las cuales se veían obligadas a utilizar para esos fines sanitarios el vulgar papel de diario o, en su defecto, cualquier otro.

Por supuesto, eran muy estimados los papeles más sedosos, así que los sufridos usuarios trataban de conseguir en las verdulerías y fruterías los papeles con los que venían envueltas las manzanas y otros productos de campo.

Otro muy apreciado era el llamado ‘papel biblia’, especialmente delgado y suave.

Ahora bien, ya por entonces existía la Sociedad Bíblica, una de cuyas misiones parece ser la de difundir la Biblia protestante, para lo cual regalaba ejemplares del sagrado libro –en la actualidad, lo sigue haciendo–.
Pues, muchos de los habitantes de Buenos Aires deben de haber parecido devotos creyentes, ya que aceptaban de continuo esas gentilezas.


LA BIBLIA Y EL CALEFÓN

Sin embargo, cuentan los hombres dignos de fe (aunque Alá sabe más) que quienes obtenían esas Biblias les perforaban una tapa y las colgaban de un gancho de alambre, al lado del calefón, cerca del retrete, e iban arrancando las suaves hojas para usarlas como papel higiénico.


En este hecho se habría inspirado Enrique Santos Discépolo para decir con elegancia propia de un grande:


Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
Y HERIDA POR UN SABLE SIN REMACHE
VES LLORAR LA BIBLIA
JUNTO AL CALEFÓN.


2 comentarios:

Mario de Caballito dijo...

I responsable del blog:
No coincido con tu apreciación, ya que cuando Discepolo habla de un "cambalache" se refiere a un negocio de compraventa de cosas usadas, según me contó mi padre que actualmente tiene 93 jovenes años y es contemporaneo de la letra del tango, por la calle Libertad, donde ahora estan las joyerías había un sinumero de estos locales, en otro tango que ahora no recuerdo tambien las menciona como las tiendas de las cañas, ya que,según me refirió, con este instrumento bajaban las prendas que colgaban cerca del techo para tener mas lugar, así que cuando don Armando habla de biblia calefón y sable se refiere a este tipo de lugares.
Pero por otra parte mi padre tambien me conto que el papel higiénico era un lujo y que en su casa usaban los papeles de las frutas o el diario, por lo que no tengo ninguna duda que sea verdad lo de la biblia y el calfón.
Mario

Viviana F. dijo...

Mario:

Claro que tu padre tiene razón en cuanto a qué es un 'cambalache'; sólo no entiendo con qué apreciación mía no coincidís.

Lo que pretendí comentar en esta nota se refiere pura y exclusivamente a la parte del tango que habla de 'la biblia junto al calefón'.

Saludos cordiales,
La i responsable