domingo, 31 de agosto de 2008

LA ESTUPIDEZ - Episodio 6

PUERTO PIRÁMIDE

Es donde me han dicho que pueden verse las ballenas, y les creo, porque allí iba en busca de estos magníficos cetáceos la ex Princesa de Gales, Diana.

Yo no vi ninguna, pero supongo que esto se debió a que elegí mal el mes y ellas ya habían dado por finalizadas sus maternales vacaciones en la península.

Pero si de algo estoy segura es de que la mala suerte se ensañó con nosotros por esto de haber llegado tarde. Porque la gente de la agencia de turismo afirmaba: "Hasta ayer, había... Hasta ayer, había...
"Qué mala pata, ¿no?

En fin, la navegación había sido pagada, así que por lo menos quisimos dar un paseo por el mar. Es muy bonito ese mar, y el agua tiene un color maravilloso, que en las fotos se ve bien.

Así que nos pusimos unos salvavidas anaranjados, que al decir de Mery no flotan pero se ven muy bien desde los helicópteros, cuando hay que rescatar náufragos –eso me gustó–, y nos subimos a una lancha en la cual reapareció una de las señales de estupidez antes vistas:

Prohibido fumar (incluso en la borda).

¿Y cuál podría ser el bien jurídico protegido del humo o del fuego de un cigarrillo en una lancha en el medio del mar?
El sentido común diría que ninguno.

Pero ya Thomas Hobbes decía en su Leviatán, allá por el siglo XVII, que el sentido común no es algo común; y yo, que soy bastante avispada pero no escapo a la regla del filósofo inglés, llegué a la conclusión de que la buena gente que determina estas prohibiciones tiene razón.

Porque no sé si usted sabe que muchas de las ballenas van allí a parir y amamantar a la cría, y que los médicos dicen que las mujeres preñadas no deben fumar porque le harían daño al feto.

Entonces yo digo: está muy bien que prohíban fumar en ese mar, porque puede haber ballenas preñadas, y si a alguna se le ocurriera tomar el ejemplo de los turistas y fumar, podría dañar seriamente al ballenato feto.

Y además ¡¿se imagina de qué tamaño tendrían que ser los cigarrillos?!

Pero volvamos a la navegación. Por supuesto, el conductor de la lancha sabía mejor que cualquiera que las ballenas ya no estaban en la zona, y tal vez con la muy lícita intención de que nos fuéramos contentos y recomendáramos la excursión a nuestros conocidos, sabiendo que a falta de pan buenos son bollos, nos hizo ver un espectáculo muy gracioso, que es el de las fotos siguientes.

Aquí puede verse un lobo marino durmiendo sobre un peñasco.

La lancha se acercó hasta tocar el borde del peñasco y este lobo, que podría competir con cualquier actor de teatro inglés, se despertó y comenzó a hacer su show. Véalo.

Estuvo un ratito sentado, haciendo caras y abriendo la boca como si fuera a bramar, y en cuanto la lancha comenzó a moverse, volvió a dormirse.

Estoy absolutamente convencida de que a este simpático animalito, que es bastante viejo, le pagan por la actuación –calculo que cuando no hay turistas cerca le darán un balde de pescados o algo así–, pero la verdad es que fue muy lindo verlo desde corta distancia –estaríamos a dos metros y medio– y todos nos divertimos con él (sospecho que a ese lobito los amigos chubutenses le mandan un psicoanalista para que le alivie los traumas ocasionados por la presencia de los turistas).

En fin: un Maestro. ¡Gracias, lobito!

Y de allí nos volvimos a Puerto Madryn, donde nos despedimos de Mery, a quien de verdad fue un placer conocer.

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