PUNTA TOMBO
LA GRAN COLONIA DE PINGÜINOS
En esta segunda y última excursión se nos acabó por completo la escasa buena suerte que habíamos tenido.
Ya fuera de la hora convenida pasó a buscarnos la guía que nos acompañaría a la pingüinera y... ¡aaay!
La mujer se presentó con el nombre de Graciela. Este nombre, que significa "agraciada, agradable, que tiene encanto natural", no le sentaba bien.
No tenía ninguna de esas características y rápidamente se notó que la madre natura ni siquiera la había agraciado con la inteligencia.
Tengo muy buena "oreja" y enseguida comprendí que estábamos perdidos.
Graciela pretendía resultar graciosa, pero su bajo coeficiente intelectual y su escasa cultura la hacían aparecer patética.
En fin, estábamos atrapados; queríamos ir a la pingüinera de Punta Tombo y no teníamos tiempo de buscar otra excursión, así que tratamos de hacer caso omiso de su cháchara insustancial y de sus risitas bobas, hasta que, muy cerca ya de nuestra meta, comenzó a dar instrucciones.
Hasta aquí vine haciendo un recuento de señales de estupidez, pero ni con la más desaforada imaginación hubiera podido sospechar la cantidad de cosas absurdas que todavía iba a ver y oír.
Así que en lugar de continuar enumerándolas, me voy a limitar a relatarlas.
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