martes, 2 de diciembre de 2008

Murciélagos, otros hermanitos míos

Quiero dedicarme una vez más a defender el derecho a la vida de los animales despreciados, temidos, odiados, y despiadadamente matados por los animales humanos, y hoy he pensado en los murciélagos, porque estos, al igual que las víboras, las arañas, las ratas, etc., por lo general no inspiran ninguna compasión.

Claro que el humano no es, precisamente, un animal de "buen corazón", pero a veces, aun cuando un individuo sea más o menos 'buena gente', se ensaña con algunos animales solo por prejuicio, porque les teme, y lo único que se le ocurre hacer ante el miedo es matar.

En otras épocas las mujeres -que tal vez por la escasa educación que recibían siempre parecieron más imbéciles que los hombres, al menos en occidente- temían que los murciélagos se les enredaran en sus enmarañadas pelambreras, pero por increíble que parezca, resabios de ese miedo aún persiste, y cada dos por tres oigo ese estúpido comentario.

Eso es ignorancia pura, pues los murciélagos cuentan con un sistema de radar que les indica dónde hay algo contra lo que pueden chocar, y así evitan los obstáculos (¿o acaso usted vio muchos murciélagos golpeándose contra las paredes, por ejemplo?).

Otros alegan que son ratas aladas, cosa que es falsa pero que aun si fuera cierta no justificaría que se los matara, porque las ratas también tienen derecho a vivir (aunque le parezca mentira).
Pero de eso no voy a hablar aquí, porque ya lo ha hecho de manera muy lúcida e inteligente el dueño del blog Para la libertad..., además de ocuparse de otros animalitos.

Otros, en fin, dicen que pueden transmitir la rabia...
Y claro que pueden, tanto como usted o yo, o nuestro perro o gato o hámster, etc., siempre que estén infectados, lo que no es común.

Pero lo cierto es que cuando aparece un caso de rabia, aunque sea en las antípodas de donde uno vive, la televisión -ese aparato macabro que idiotiza a grandes y chicos- arma tanto alboroto que cualquier bobo teme perder su preciosa vida, aunque jamás haya visto de cerca a un murciélago y tenga muy escasas probabilidades de encontrarse con uno.
Entonces, a esas personas se les desata el miedo (y el deseo de matar).

Y para completarla, el cine ha divulgado una leyenda negra basándose en una excelente novela de Bram Stoker, Drácula, que, tal como la presentan, hace creer a muchos que todos los murciélagos chupan sangre, lo cual también es falso.
En general, los murciélagos que viven en las ciudades comen bichitos voladores; otros son frugívoros; y otros sí chupan sangre, de los animales que pernoctan al aire libre, principalmente en campos.
De modo que solo si uno está dispuesto a dormir al raso, en zonas donde hay murciélagos de los que se alimentan con sangre, tal vez (solo tal vez) podría sufrir una mordedura/chupada de sangre, aunque ello no lo convertiría en un humano ‘vampirizado’…

En fin, los bichos más peligrosos somos los humanos y debemos cuidarnos de nuestros semejantes.
Los murciélagos no le hacen daño a nadie.
Frente a mi casa hay una iglesia en cuyo campanario viven montones de murciélagos y son tan pero tan buenos que solo salen de noche y jamás se meten con los vecinos.
Así que ¡basta de pavadas!
Dejémoslos tranquilos, que ellos, de paso, nos limpian el barrio de bichitos que vuelan y a veces pican y no nos dejan dormir en paz, como los mosquitos, por ejemplo.

Y para que vea qué simpáticos que son, quiero presentarle a uno que adopté en la web. Por ahora está durmiendo, pero si lo toca con el cursor comienza a volar, y si toca donde dice "more", aparece su comida, una mosca, a la que persigue; y después le comentaré un par de curiosidades…. Pero ahora vea al mocosito:




CURIOSIDADES


Isidoro (c. 560 - † Sevilla, 4 de abril de 636), arzobispo de Sevilla durante más de tres décadas, fue teólogo, cronista, compilador y uno de los grandes eruditos de la temprana Edad Media.
Él nos ha legado una obra “maravillosa”, sus Etimologías –escrita en latín–, algo así como la primera enciclopedia de Occidente, pues pretendía abarcar todo el saber humano.

Transcribo aquí cómo describe al murciélago San Isidoro de Sevilla, en sus Etimologías.

Libro XII. Acerca de los animales
Apartado 7. Sobre las aves.
Punto 36. El vespertilio (murciélago) recibe su nombre del momento en que hace su aparición: huyendo de la luz, comienza a revolotear a la hora del crepúsculo vespertino con movimientos precipitados, sosteniéndose en el aire merced a las finísimas membranas de sus brazos. Es un animal parecido al ratón, y, más que voz, emite chillidos. En su aspecto externo es al mismo tiempo un ave y un cuadrúpedo, cosa que no suele darse en las demás aves. (Fuente: edición de la BAC).

Y ahora veamos qué nos dice el licenciado don Sebastián de Covarrubias Orozco, capellán del Rey nuestro señor, maestrescuela y canónigo de la Santa Iglesia de Cuenca, en su Tesoro de la Lengua de la Lengua Castellana, publicado en España en 1611.

MURCIÉGALO. Latine vespertilio, … en castellano le llamamos murciégalo, que vale tanto como mus caecus alatus, y assí el valenciano le llama rat pennat, que quiere dezir ratón alado o con alas. Es símbolo del malhechor que se anda escondiendo, o del que está cargado de deudas, que huye de no venir a poder de sus acreedores. También suele significar unos filósofos demasiadamente escudriñadores de los secretos de naturaleza, que en la mesma especulación se desvanecen y ciegan. Tómase también por los hombres astutos, inconstantes, que ya se inclinan a una cosa ya a otra, y no les podemos acabar de tomar tiento, como este animalejo, que una vez dirá ser ave y otra vez animal terrestre. Podrás ver a Alciato, que sobre este sugeto hace un galano emblema, en orden 62, y allí a sus comentadores Minoes y Sánchez. Plinio. lib.10, c.61, dize que entre las aves solo el murciégalo pare animal vivo, y le cría con su leche.

Bueno, nada más, por ahora.
Espero que le haya gustado esta recopilación de datos obsoletos, y, en especial, que le hayan quedado las ideas claras...

¡Ah!, me olvidaba, por favor, NO MATE A LOS MURCIÉLAGOS.
En el mundo hay espacio suficiente para ellos y nosotros...

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