martes, 9 de septiembre de 2008

(CLB) SISTE PARUMPER SPECTATOR GRADUM - El balcón de Bolívar...

SISTE PARUMPER SPECTATOR GRADUM
SI VACAS MIRATURUS VIAM SALUTIS
QUA SESE LIBERAVIT
PATER SALVATORQUE PATRIAE
SIMON BOLIVAR
IN NEFANDA NOCTE SEPTEMBRINA
AN. MDCCCXXVIII

No he de ser yo quien relate los hechos de la noche de 1828 en que intentaron matar a Bolívar. Voy a transcribir aquí una versión literaria, la de Gabriel García Márquez, quien en su novela El general en su laberinto los cuenta así:


"El miércoles 25 de septiembre, al hilo de la medianoche, doce civiles y ventiséis militares forzaron el portón de la casa de gobierno de Santa Fe, degollaron a dos de los sabuesos del presidente, hirieron a varios centinelas, le hicieron una grave herida de sable en un brazo al capitán Andrés Ibarra, mataron de un tiro al coronel escocés William Ferguson, miembro de la Legión Británica y edecán del presidente, de quien éste había dicho que era valiente como un César, y subieron hasta el dormitorio presidencial gritando vivas a la libertad y mueras al tirano.
[...]
"El general y Manuela Sáenz iniciaban apenas una noche de reconciliación. Habían pasado el fin de semana en la población de Soacha, a dos leguas y media de allí, y habían vuelto el lunes en coches separados después de una disputa de amor más virulenta que las habituales, porque él era sordo a los avisos de una confabulación para matarlo, de la que todo el mundo hablaba y en la que solo él no creía.
[...]
"Estaban iniciando en la cama los retozos del amor, él desnudo y ella a medio vestir, cuando oyeron los primeros gritos, los primeros tiros, y el trueno de los cañones contra algún cuartel leal. Manuela lo ayudó a vestirse a toda prisa, le puso las pantuflas impermeables que había llevado puestas sobre los zapatos, pues el general había mandado a lustrar su único par de botas, y lo ayudó a escapar por el balcón con un sable y una pistola, pero sin ningún amparo contra la lluvia eterna.
[...]
"Con una astucia y una valentía de las que ya había dado muestra en otras emergencias históricas, Manuela Sáenz recibió a los atacantes que forzaron la puerta del dormitorio. Le preguntaron por el presidente, y ella les contestó que estaba en el salón del consejo. Le preguntaron por qué estaba abierta la puerta del balcón en una noche invernal, y ella les dijo que la había abierto para ver qué eran los ruidos que se sentían en la calle. Le preguntaron por qué la cama estaba tibia, y ella les dijo que se había acostado sin desvestirse en espera del presidente. Mientras ganaba tiempo con la parsimonia de las respuestas, fumaba con grandes humos un cigarro de carretero de los más ordinarios, para cubrir el rastro fresco de agua de colonia que aún permanecía en el cuarto."

García Márquez, G., El general en su laberinto, Editorial Sudamericana, 1989, pp. 60/63.
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Recordé esta versión -leída tantos años antes- hace muy poco tiempo, cuando, caminando por Bogotá, descubrí en una pared del palacio de San Carlos (Calle 10 y Carrera 5a.) la placa que a continuación le muestro:


Esto es:

Detente por un instante espectador apresurado
si estás desocupado admira la vía de escape
por donde se libró
el padre y salvador de la patria
Simón Bolívar,
en nefanda noche septembrina
año 1828

Eso dice, salvo mejor opinión, y me llamó mucho la atención que la inscripción esté en latín, pues en Bogotá hay muchas placas recordatorias, escritas en español.

Así que me pregunto por qué justo esta figura en latín. ¿Será, tal vez, para que no se entienda? ¿O será una ironía?
Las dos cosas podrían ser verdaderas (o falsas), porque me da la impresión de que los colombianos no quieren demasiado a Bolívar. Pero yo no sé.
Lo único que sí sé es que la inscripción está en el espacio que media entre la parte superior de una ventana y la parte inferior de un balcón, y no dice exactamente de dónde saltó.

En fin, a mí me hizo gracia imaginarme al Libertador del relato de García Márquez, todavía oloroso a agua de colonia, pues acababa de salir de la alberca, corriendo bajo la lluvia armado de un sable y una espada, calzado con las pantuflas impermeables de Manuelita...

Porque si saltó desde una ventana o de un balcón solo lo supieron él y su mujer.

Pero por algo la inscripción dice "admira", y a mí me suena a ironía: las ventanas del palacio de San Carlos son apenas más altas que una persona de estatura mediana, y desde una altura así también salto yo.

2 comentarios:

Eduardo Zárate dijo...

Viviana, muy acuciosa observacion - voy a tomar prestada tu teoria sobre esta foto. Solo en La Candelaria podia una placa historica convertirse en irreverencia historica - y por cierto, mejor lugar no hay para historias como esa :). Un abrazo.

instructorpúblico dijo...

Que yo recuerde, por la historia de este suceso, Bolívar no huyo corriendo bajo la lluvia, sino que arropado con una cobija se ocultó bajo el puentecito que había justo enfrente o cerca de la ventana desde donde saltó y que hasta hace un tiempo se conservaba. Como hace unos años ya no he pasado por ahí no sé si lo habrá respetado la piqueta del progreso. Además se dice que por el frio y la lluvia ahí cogió la afección pulmonar que se convirtió en la tuberculosis que lo llevó a la tumba.