Admito que no es Isabel, la de la historia de Gabriel García Márquez, sino yo misma, y que el lugar no es Macondo sino Cartagena de Indias, al norte de Colombia, sobre el Caribe (es decir, en la zona donde fue fundado el pueblo de la ficción).
Estaba en la terraza de un restaurante ubicado en la esquina de una manzana y disfruté grandemente viendo la lluvia, que en poco rato inundó por completo el cruce de ambas calles. Así que, como no podía hacer otra sino esperar a que escampara, tomé esta foto:
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Y mientras vivía la experiencia de un diluvio torrencial, de invierno (que es como le llaman allí a la temporada de lluvias, aunque la temperatura no baja de 30°C), me convencí de que esa era la forma en que debía de llover en el pueblo creado por García Márquez y comprendí que no es tan exagerado cuando dice, en Cien años de soledad, "Llovió cuatro años, once meses y dos días. Hubo épocas de llovizna en que todo el mundo se puso sus ropas de pontifical y se compuso una cara de convaleciente para celebrar la escampada, pero pronto se acostumbraron a interpretar las pausas como anuncios de recrudecimiento. Se desempedraba el cielo en unas tempestades de estropicio...". (El descatado es mío).
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