Para que usted me entienda, le transcribo unos párrafos:
Capítulo V – Sección IV
De las condiciones morales de la conversación.
i. Nuestro lenguaje debe ser siempre culto, decente y respetuoso...
(Por ahora se tolera...).
ii. No nos permitamos nunca expresar en sociedad ninguna idea poco decorosa, aun cuando nazca de una sana intención, y venga a formar parte de una conversación seria y decente. Lo que por naturaleza es repugnante y grosero, pierde bien poco de su carácter por el barniz de una expresión delicada y culta...
(Vale: no diga lo que piensa).
iii. Guardémonos de emplear en la conversación palabras o frases que arguyan impiedad, o falta de reverencia a Dios, a los Santos y a las cosas sagradas.
(¡Hostia!, ahora sí que estamos jodidos).
iv. Es sobremanera chocante y vulgar el uso de expresiones de juramento.... El que ha sabido adquirir la reputación de veraz, no necesita por cierto de tales adminículos para ser creído....
(¿adminículos? ¿Los juramentos son adminículos? ¡Coño! eso no lo sabía).
v. No está admitido el nombrar en sociedad los diferentes miembros o lugares del cuerpo, con excepción de aquellos que nunca están cubiertos. Podemos, no obstante, nombrar los pies, aunque de ninguna manera una parte de ellos, como los talones, los dedos, las uñas, &a.
(¡Qué perlita!)
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(Y con este ¿qué hacemos?).DISCULPE EL SEÑOR/LA SEÑORA
Ahora debo interrumpir esta tarea pues tengo que atender a la i-responsable, que está haciendo bascas y acaba de mandarme a la farmacia a comprarle un antiemético.
No se pierda las próximas entregas.
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