viernes, 10 de octubre de 2008

Urbanidad y etiqueta. ¡Puaj!

He rescatado aquí unas cuantas lecciones de urbanidad tomadas de un manual del siglo XIX (datos al final de la nota) y las transcribo textualmente, excepto por el aggiornamento de la escritura.

Algunos de los preceptos aún tienen vigencia, pero otros son casi humorísticos.

Una verdadera joyita, especialmente indicado para personas que pretendan lucir finas.

Eso de personas finas lo dice el autor del manual, quien también divide a la gente en “superior e inferior”, “de mayor o menor respeto”, “bien educada” o “ignorante, vulgar”, “señor/señora de la casa” y “sirvientes”, y otras lindezas por el estilo.

La finalidad del libro es educar para la civilidad y enseñar a templar el ánimo, para resultar siempre agradables a los demás, intachables, benevolentes, generosos, pacienzudos, elegantes, limpios...
un infierno, ¡bah!

Una persona bien educada, además, siempre preferirá embromarse para que otro pueda salir bien parado, o al menos para que no se note que es un bruto.

El libro arranca con una cita de Deberes del hombre de Silvio Pellico que dice:

Para descansar de la noble fatiga
de ser buenos, delicados y corteses,
no hay más tiempo
que el que destinamos al sueño.

PERO... no es tan así. Al menos, no según Carreño. Mire esto:

Capítulo III
Artículo II – Del acto de acostarnos, y de nuestros deberes durante la noche.

x. Al despojarnos de nuestros vestidos del día para entrar en la cama, hagámoslo con honesto recato, y de manera que en ningún momento aparezcamos descubiertos, ni ante los demás ni ante nuestra propia vista.

xi. La moral, la decencia y la salud misma nos prescriben dormir con algún vestido. Horrible es el espectáculo que presenta una persona que, por haber perdido en algún momento su cobertor, o por cualquier otro incidente ocurrido en medio de la noche, aparece enteramente descubierta.


xiii. El ronquido, ese ruido áspero y desapacible que algunas personas hacen en medio del sueño, molesta de una manera intolerable a los que tienen la desgracia de acompañarlas. Este no es un movimiento natural y que no pueda evitarse, sino un mal hábito, que revela siempre una educación descuidada.

xiv. También es mal hábito ejecutar durante el sueño movimientos fuertes, que a veces hacen caer al suelo la ropa de la cama que nos cubre, y que nos hacen tomar posiciones chocantes y contrarias a la honestidad y al decoro.

En fin, ahora ya lo sabe y no tiene excusa posible. Así que empiece a practicar y ¡cuidadito con que se le vaya a correr la sábana!
Porque aun mientras duerme, usté debe tener presente que es un caballero (o una dama).


Los textos transcriptos pertenecen al Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, para uso de la juventud de ambos sexos, del venezolano Manuel Antonio Carreño; libro editado en New York por D. Appleton & Company, en 1854.

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