UN DICHO DE LOS BURREROS
-nota elaborada con la inestimable colaboración del Alacrán,
que ha prometido acudir a la Academia de la Historia y a los archivos del diario La Nación, a fin de obtener las precisiones que aquí faltan-
“Quedarse en Pampa y la vía” es un dicho de uso corriente –al menos en Buenos Aires–, pero tal vez no son muchos los que saben que tuvo su origen en el pueblo de Belgrano, en las inmediaciones de los hipódromos.
Ya desde mediados del siglo XIX se corrían por allí carreras cuadreras, muchas veces en la calle, algunas en el “camino de las cañitas”, y pronto comenzaron a aparecer los hipódromos, que fueron, al parecer, no menos de cuatro (los historiadores no se ponen de acuerdo).
Pero lo que es seguro es que, además del Hipódromo Argentino, conocido como el “de Palermo”, inaugurado en 1876 y que todavía existe en su emplazamiento original, existió el Hipódromo Nacional, en el predio que hoy ocupa el Club River Plate y las adyacencias.
Todos esos hipódromos han dejado su impronta en el actual barrio de Belgrano. Basta con darse una vueltita por el “bajo” para descubrir los studs, algunos de los cuales aún siguen funcionando, y otros que han sido transformados en escuelas de equitación y hasta en restaurantes, pero en los que todavía se puede ver la arquitectura inglesa original: un patio central rodeado de los boxes para los caballos.
El Hipódromo Nacional ha desaparecido pero ha dejado su huella, precisamente, en el dicho que da título a esta nota. Sucedía que para llegar hasta el lugar había que tomar un tranvía, que cubría el trayecto desde las Barrancas de Belgrano hasta el predio del hipódromo.
Es decir, desde Pampa y Av. Vértiz, junto a las vías de la estación Belgrano C del actual Ferrocarril Mitre, hasta el hipódromo; y vuelta a Pampa y la vía.
Pampa y la vía es en las Barrancas de Belgrano, junto a las vías del tren, que en ese tiempo se llamaba Ferro Carril del Norte.
El tranvía en cuestión era un ramal comúnmente llamado "la Combinación", que al decir del Dr. Julio A. Luqui Lafleyza, partía de Pampa (hoy La Pampa) y Av. Vértiz, iba por Pampa hasta la calle Blandengues (hoy Av. del Libertador), y seguía por ésta hasta Republiquetas (hoy Av. Crisólogo Larralde), con lo cual pasaba por delante del Hipódromo Nacional; subía por Republiquetas hasta Cabildo, seguía hasta Monroe y por ésta llegaba nuevamente a Blandengues, hasta Pampa, para terminar en Av. Vértiz.
Este este tranvía vendía pasajes de ida y vuelta -costaban diez centavos-, para que los burreros que habían perdido todo su dinero apostando a los pingos no se quedaran varados en el hipódromo.
En ese tiempo, volver hasta Pampa y la vía era acercarse un poco a la "civilización". Después tenían que arreglárselas de cualquier modo para llegar a sus casas.
De entonces viene la expresión QUEDARSE EN PAMPA Y LA VÍA como sinónimo de quedarse desamparado y sin un centavo, abandonado a la buena de Dios.
sábado, 23 de febrero de 2008
QUEDARSE EN PAMPA Y LA VÍA
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2 comentarios:
Mil veces pasé por esa esquina, sabiendo que allí había nacido un mito, pero ignoraba cual.
Un saludo
Viviana: tengo un dato en la 7°. Te interesa?
¿Para este domingo?
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